Valencia, 13 de marzo de 2023
Un programa de la UV e Instituciones Penitenciarias organiza grupos de apoyo con agresores condenados para reinsertarlos | La tasa de reincidencia de violencia de género es del 5 %.
Cada tarde un grupo de unos quince hombres sube tres pisos por las escaleras de la facultad de Psicología de la UV. Llegan a la sala negándolo todo. "Si yo no le levanté la mano". "Debería estar ella aquí". "Todas son unas...". "Soy víctima de una denuncia falsa".
Todos son maltratadores machistas condenados. Hay de todas las condiciones económicas, edades y nacionalidades. Van a empezar las 35 sesiones de 2 horas impartidas por Priscila Almercha y Laura Baldoví, dos de las psicólogas del programa Contexto, de la UV e Instituciones Penitenciarias. Se trata de una medida alternativa a prisión, con el objetivo de reinsertar en la sociedad a estas personas.
La sala es larga y tiene una mesa ovalada donde se sientan los participantes junto a ellas. También un micrófono y un espejo que da a una habitación desde la que algunas investigadoras pueden presenciar la sesión. Durante las primeras sesiones todos los escudos están altos. Pasan las semanas y se habla de violencia, de las conductas de estos hombres y de asumir las responsabilidades. Al final, hacen uso de un elemento de la sala que pasa desapercibido, una caja de cartón con pañuelos. Los maltratadores hacen 'crack'.
"Aquí se llora. Muchos se rompen cuando piensan en sus hijos y se dan cuenta de que están reproduciendo sus actitudes agresivas", explica Almarcha. El 'click' es cuando "reflexionan sobre todo lo que han vivido en la infancia y lo que les ha llevado a ejercer la violencia contra sus parejas. Les impacta tanto a ellos mismos que cuando toman conciencia de lo que han hecho y han hecho pasar a sus hijos muchos se derrumban", remarca Baldoví. Los escudos están bajados.
El Programa Contexto existe desde el año 2008 y ahora mismo trata con 65 hombres solo en Valencia. También hay programas similares en Castelló y Paiporta. Marisol Lila es su directora y explica que antes, a los maltratadores con condenas menores (2 años), se les sentenciaba con trabajos en beneficio de la comunidad. "Durante años tuvimos a maltratadores pintando vallas, cortando setos y aparcando coches. Ya me dirás qué podían aprender haciendo esto. Algunos incluso rumiaban la venganza", explica Lila.
Tras esto, instituciones penitenciarias decidió incorporar los grupos de apoyo. "Nosotras somos psicólogas y creemos en el cambio del ser humano. Estas personas son recuperables. Y si trabajamos con maltratadores es precisamente porque no queremos que haya más mujeres ni hijos o hijas que sufran", reivindica Lila.
Solo el 5% reinciden
Los datos de reincidencia avalan el programa. Solo un 5 % de los maltratadores vuelven a delinquir y de ese porcentaje, el 80 % está copado por pocos hombres que reinciden en múltiples ocasiones, según explica Lila. Pese a todo, matiza que "estamos hablando de las estadísticas oficiales, de delitos penados, no podemos saber si estas personas han vuelto a insultar o a denigrar a una mujer en su vida privada".
No hay un perfil de maltratador, sino que se construye alrededor de muchos factores que significan tener más o menos papeletas. "El consumo de alcohol o drogas es un factor con bastante peso, y también ser víctima o testigo de abusos en la infancia, eso es importantísimo", cuenta Lila. Un maltratador también suele tener una mentalidad cerrada, con "unos roles de género rígidos", y otro factor de riesgo es el padecer algún trastorno mental.
Pese a todo Lila remarca que "pueden cumplir con todo esto y no ser un agresor machista. Por eso les insistimos mucho en que hay muchos hombres como ellos que no lo han hecho, y deben asumir su responsabilidad y su culpa, hablar claramente de lo sucedido y tomar partido para cambiar".
El maltrato psicológico es maltrato
Muchos hombres no entienden que el maltrato psicológico es maltrato. "No piensan que hayan hecho nada malo, pero luego te explican que tenían a su mujer controlada en casa, que la habían amenazado de muerte varias veces por wattsap, a ella y a su familia, que encima le controlaban los movimientos bancarios... Todo eso son delitos, pero ellos no lo consideran como tal porque 'no les han pegado'".
Poco a poco, hablando sobre qué es la violencia, consiguen en muchos casos convencerlos. A partir de ahí les dan herramientas para tener relaciones más sanas, tanto en pareja como en sociedad. "Muchos nos dicen que ojalá se lo hubieran enseñado en el colegio", explica Baldoví.
También hablan de emociones, en un proceso que dura más de un año. "Solo saben expresar el enfado y la ira. Porque para ellos llorar o pedir ayuda no son cosas que deban hacer los hombres", remarca Almercha. Otra de las consecuencias inesperadas del programa, que después es objeto de estudio, es que se mejora la flexibilidad cognitiva "al final están un año leyendo, escribiendo, hablando de emociones y recapitulando toda su vida", cuenta Baldoví.
"Hay formaciones políticas que legitiman a los maltratadores"
La primera vez que Marisol Lila escuchó la palabra "feminazi" fue deboca de uno de los maltratadores del programa hace unos ocho años. Remarca que de cinco años a esta parte las conversaciones se han ido haciendo un poco más difíciles.
"Hay formaciones políticas que legitiman y defienden a los maltratadores. El discurso ha ido calando poco a poco, y ahora ves cómo lo reproducen. Es más complicado trabajar contra eso, porque tienen legitimación pública desde algunos escaños del congreso. Lógicamente si escuchas a una persona hablar en esos términos desde la tribuna, te sientes representado", explica.
¿Con qué se quedan de los discursos? "Con que la violencia de género es una mentira que se han inventado un grupo de feministas locas, y que los hombres están machacados. Eso es lo que cala y con esos argumentos llegan a los grupos, porque se les están dando públicamente y políticamente. Así que, Houston, tenemos un problema".
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